Condensación en las tuberías de aireación: un fenómeno natural con impacto técnico
En los reactores biológicos de las EDAR, la aireación es el corazón del proceso. Su eficiencia depende de la uniformidad con la que el aire se distribuye y del rendimiento de los difusores instalados. Sin embargo, un fenómeno físico inevitable puede alterar este equilibrio: la condensación en las tuberías de aireación.
Aunque se trata de un proceso natural, su efecto sobre la operación del sistema puede ser significativo si no se gestiona adecuadamente.
¿Por qué se produce la condensación en las líneas de aireación?
Durante la compresión del aire en las soplantes, el aire aspirado desde el ambiente se calienta y adquiere una mayor capacidad para retener humedad.
Al ser transportado hacia los reactores, este aire caliente se enfría por intercambio térmico con las paredes de las tuberías —que suelen estar enterradas o sumergidas—.
Cuando la temperatura desciende por debajo del punto de rocío, parte del vapor de agua se transforma en líquido: es decir, se condensa.
El resultado es la formación de pequeñas acumulaciones de agua en los puntos bajos de la red de distribución, justo antes de llegar a los difusores de burbuja fina.
Efectos de la condensación sobre la aireación
La presencia de condensado puede parecer inofensiva, pero con el tiempo provoca desequilibrios notables en la operación del sistema.
Entre las consecuencias más habituales destacan:
- Reducción del caudal de aire hacia determinadas zonas del reactor.
- Disminución de la eficiencia de transferencia de oxígeno (SOTE).
- Aumento de la pérdida de carga en la red y mayor presión de trabajo.
- Incremento del consumo energético de las soplantes.
- Riesgo de obstrucción o daños en las membranas difusoras.
En definitiva, la condensación no solo afecta al reparto del aire, sino también al consumo energético global y a la vida útil de los equipos.
Gestión del condensado en sistemas de aireación
Para contrarrestar este efecto, los sistemas tradicionales incorporan puntos de drenaje o purgas de condensado situados en las partes más bajas de las conducciones. Estas permiten evacuar manual o automáticamente el agua acumulada, restableciendo la sección útil del conducto.
No obstante, este tipo de sistemas añade complejidad constructiva y requiere mantenimiento periódico, por lo que la tendencia actual es simplificar el diseño mediante soluciones integradas.

Cómo gestionan la condensación los difusores planos AEROSTRIP®
En el caso de los difusores planos AEROSTRIP®, la gestión del condensado se resuelve dentro del propio sistema de aireación.
Cuando los difusores se instalan en el punto más bajo de la línea, el agua condensada es arrastrada junto con el flujo de aire hacia el interior del difusor y expulsada directamente a través de los poros de la membrana durante la operación.
De este modo, el condensado no llega a acumularse en la red de distribución ni requiere purgas o drenajes adicionales.
El proceso de aireación actúa, simultáneamente, como mecanismo de evacuación continua, manteniendo la estabilidad hidráulica del sistema y asegurando un rendimiento constante con el paso del tiempo.


